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12/06/2006

Sólo recuerda


Recordar….gran reto para mí. Tengo reputación de ser una mujer distraída y olvidadiza y para no agregar una calificativo más, el de orgullosa, admito que en efecto, padezco de esas dos cosas. No quisiera justificarme con pretextos mundanos y decir que mi falta de memoria e incapacidad de fijarme en los pequeños detalles se debe a que estoy dotada de un súper intelecto que me absorbe por completo, uno que provocaría compasión de la gente que me viera perdida en la calle preguntando por la dirección de mi casa, y en el peor de los casos, por mi nombre, y dijeran “ah, pero entiéndase por favor….toda neurona se le ha quemado por ese invento suyo raro que nos transportará de aquí a mil kilómetros de distancia en cuestión de un segundo; y por lo mismo no tiene tiempo para recordar banalidades como combinar calcetines o peinarse de vez en cuando”.

No hay justificaciones, para una mujer creyente como yo…una común y corriente con un intelecto promedio y con dos calificativos negativos (aparte de muchos otras más, pero que por el momento no creo necesario señalar. No veo la razón de echarme tantas porras en un sólo texto) para olvidar las obras que Dios ha hecho en mi vida.

“Recuerden”, les decía Dios a los judíos, recuerden de dónde los he sacado; recuerden el milagro en el mar rojo; recuerden de dónde provenía su pan de cada día en medio de un desierto desolado….recuerden esas murallas intimidantes en Jericó que derribé con mi poder; recuerden cómo Daniel salió impecable del foso de los leones hambrientos y malhumorados; recuerden…y otra vez recuerden cómo los saqué de las tinieblas y como llené ese gran vacío por medio de mi Hijo Jesús, que hubiera terminado por carcomerlos, en su corazón.

Recordar….cada bendición, cada oración contestada, esto implique el “no” tan temido o el “sí” tan anhelado; cada lágrima derramada injustamente y la inmediata, precisa venganza de Dios al ofensor; cada desánimo levantado; cada freno en el incomprendido cuarto de la impaciencia para ver después tras la ventana la guerra de la cual fui liberada; cada misericordia; cada disciplina….recordar en fin, que duermo en las noches y no hay monumento alguno que me asfixie.

Recordar e inevitablemente ejercer un espíritu de gratitud hacia Ti.

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