Musa,
Ninfa:

Perdóname. Esta vez no me bastas. Cuando Lo veo manifestado en los ojos de algunos de sus hijos, ni siquiera tú extiendes el vocabulario. No me sirves.

Es como una fragilidad envuelta en un inmesurado poder. Es como integridad y cordura entre tormentas arenales. Es un rinconcito de radios apagados y fuegos artificiales perdidos. Suspiros limpios y fuentes inagotables de agua pura.

Sólo me resta invitarte a que junto conmigo los observes y desde lo más preciado de tu interior unas mi silencio con el tuyo...lo envolveremos en una cajita y lo pondremos ante Su Altar. El sabrá que ese nada será nuestro más sincero agradecimiento.

Dios, guarda y bendice, como sólo tú sabes, a los que te tienen como Señor…

Si en ellos veo una de tus sonrisas y me quedo en nudos, qué será verte en tu totalidad, qué será contemplarte sin relojes, sin noches…

Recibe esta humilde, encerrada y corta palabra…no conozco otra màs: Hermoso.