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11/07/2007



Supe que era delicada porque Dios me la extendió con mucho cuidado. Estaba limpísima, un poco entreabierta y sin conocer su verdadero contenido me gustó porque era algo tímida, misteriosa pero sobre todo, porque me inspiraba ternura. A veces, como si el silencio la desinhibiera, otras por descuido, su perla despierta e ilumina todo su alrededor. Sin entender cuándo ni cómo se convirtió en uno de mis grandes tesoros y empecé a sufrir pensando que tal vez algún día la tendría que dejar ir…

Pero Dios me enseñó que cuando ocupada se encuentre en otro lugar, recuerde que no está tan lejos, que al igual que yo, sentada en la arena del mar, seguro admira todo lo lejos y profundo.

Y es entonces que todo empieza de nuevo...sus palabras, pensamientos, anhelos y necesidades que siempre estarán presentes entre mi Padre y yo…

Es tanto el impacto que ha tenido en mí que aumenten las distancias o tiempos, es parte latente de mi futuro y compañía.

Recuerdo las veces que desenvolví estos mis regalos, recuerdo cuando Dios me dio una concha con una preciosa perla guardada…no es coincidencia haberme encontrando en la inmensidad del mar con los ahora mis amigos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Las perlas son como cada uno en Cristo y su amor, su belleza solamente trasciende por la luminosidad que reflejan... Y esa luz es el Señor

Su simetria, color, lustre y forma son variables, pero todas relejan su valor por el y en el... Solo en el tenemos valor... y somos realmente amados...

Muy buen escrito...

Unknown dijo...

Alguna vez escuche (o lei) como se forman las perlas. Que simil tan perfecto. Nosotros somos igual un pedazo de cosa que despues de varios revestimientos de una capa especial podemos ser llamados perlas. En este caso, la concha que nos guarda, son los brazos del Sr, que con su amor nos va recubriendo para que no se vea la natural en nosotros.

Bajo este mismos planteamiento que expresas, tengo un tesoro lleno de hermosas perlas, entre ellas tú :)